pudiste volver la
cara, mujer,
y no lo hiciste.
pudiste,
pero, al contrario,
altiva,
te fuiste alejando,
contorneada,
inconvergente,
enfundada y ajustada
al máximo.
tal vez a sabiendas,
tus pasos eran más
concienzudos.
-seguro que me
entiendes-.
te vi alejarte.
¿Cómo no iba a
hacerlo?,
después de aquel
bendito infierno
con el que nos
despachamos.
mañana,
cuando entregue el
informe a tu marido
y le cuente como me
ocupó toda la noche,
(mientras palpo tu
tanga azul
aún en el bolsillo de
mi vaquero),
esbozaré un carcajada
resonante en el tórax
que tú oirás desde la
cocina
de tu flamante
apartamento,
querida.
me volverás a pedir,
otro día, sin previo aviso,
sexo, sin más,
y volveré a mirarte
después, como de costumbre,
mientras te alejas,
ese hermoso trasero
despechado,
que tanto me hace sonreír.
(pablo otero)
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