al poeta de la
cotidianidad mas
reprimida ?
Observo la calle en
este instante,
mientras el plumin
desafía la madera
de esta mesa,
y no encuentro motivo
aparente para el
milagro
poético.
Vagamente distingo a lo lejos
la mirada tierna de
una madre
hacia el pequeño
retoño.
Una muchacha lee un
libro
dos mesas mas allá;
de vez en cuando
levanta la
mirada y quedamente
el horizonte
se difumina. La
imagino absorta
en otra historia. Eso
me reconforta.
Poca cosa mas.
Todo son un ir y
venir
cada vez mas aprisa.
La lluvia, quizás, es
la culpable.
No lo sé.
Se acerca el camarero
a mi espalda
y con paso titubeante
acerca un té con limón
a la muchacha
ensoñadora.
Esta, despertando del
letargo,
asusta al muchacho,
quien vierte
la infusión en el
libro, aún abierto.
Mereció la pena la
tarde, mereció
la pena el café y la
lluvia,
mereció la pena el
desencanto y el
aburrimiento ,
cuando poco después,
les veo salir juntos.
Acierto a oír breves
palabras:
“desagravio “,
“cine”...
observo mejillas
sonrosadas
y risas locas.
Sonrío.
¿ Cual es la
distancia que separa
al poeta de la
cotidianidad mas
reprimida ?
Quizás la convicción etérea
de que el mundo gira
únicamente,
por culpa de pequeños
detalles
invisibles.
(pablovalladolid 9-1-2001)
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